Visitar la provincia de San Juan, en la Argentina, y su ciudad capital del mismo nombre, siempre es placentero. Esta ciudad apoyada en la precordillera de los Andes, tuvo el infortunio de ser destruida por un terrible terremoto en los años ’40.
San Juan, junto con la mundialmente conocida provincia de Mendoza, con la que limita por el sur, es considerada pieza fundamental del polo viticultor de nuestro país. Siempre ha existido una competencia entre las dos regiones hermanas, como la que podemos encontrar entre la Bourgogne y Bordeaux. Recordemos que los pícaros bordeleses suelen preguntar al que menciona estar viniendo de Borgoña: “¿estabas con ganas de beber vino y te vienes para aquí?” Los mendocinos dicen lo mismo si uno les cuenta que pasó por San Juan rumbo a su provincia.
Esta provincia tiene la característica de tener sol la mayor parte del año. Mendoza tuvo el año pasado un clima desafortunado, donde privó el frío extemporáneo, sumado a lluvias igualmente inoportunas pocas semanas antes de la cosecha. La consecuencia fue terrible sobre todo para los medianos y pequeños productores, que en algunos casos perdieron el 40% de su cosecha. Por su parte, en San Juan no pasó nada, y en consecuencia, muchas bodegas de fuste tuvieron que proveerse de vino de las maltratadas bodegas sanjuaninas. Todos los compradores se olvidaron de sus bromas acerca del vino de sus vecinos del norte….
Esa presencia del sol, hace que sea allí donde todos los años se celebre la Fiesta del Sol, de la que participan los lugareños de decenas de miles, que concurren hasta con los cochecitos de sus niños más pequeños. Aman su fiesta, y viendo este año la forma en que el sol azotaba hasta el sombrero más protector que uno llevara en su cabeza, se da cuenta que pocos lugares de la Argentina la pueden albergar con más derecho. Es tierra de promisión. Tienen frutas y verduras memorables. Sus aceitunas y aceites son realmente extraordinarios, siendo exportados a la mismísima España.
Una leyenda muy repetida, señala que los vinos blancos buenos son los de San Juan y los tintos de Mendoza. Hace lustros que todo esto ha demostrado ser una patraña en ambos sentidos. Sin embargo, en el pasado los vinos blancos sanjuaninos eran tan buenos que Francisco Ambrosio Maglione, fundó la bodega Saint Rémy en 1912 (la primera de la Argentina en producir vinos espumosos y dueña del mercado con su marca Duc de Saint Rémy desde su fundación hasta la década del ’60 en que la bodega Chandon de Francia monta la primera operación fuera de su país en Mendoza).
Ahora, viene creciendo una región que se adentra desde la precordillera hacia la cordillera y ha aparecido el Valle de Pedernal que pareciera reunir todas las virtudes para ser una región excelente para la viticultura. De a poco se va poblando de bodegas medianas, que van produciendo vinos realmente interesantes. Probé un Cabernet Franc de Finca Don Duilio, con un ligero pase por barrica, que me llamó la atención. Esta marca pertenece a la Bodega Graffigna Yanzón, que al visitarla me enteré que el día anterior había pernoctado allí el famoso crítico de vinos, Tim Atkins, y también se había encantado con ese mismo vino. Los Graffigna, por su parte son herederos de una antigua familia bodeguera de la provincia, así que saben lo que hacen. También hay otra bodega, Fuego Blanco, que cosecha altos puntajes de Robert Parker con su Malbec-Syrah o su Cabernet Franc-Malbec. El holandés Myndert Pon fundó la bodega Salentein en Mendoza. Un día conoce el Valle de Pedernal, imagina que es una zona privilegiada, y compra 80 hectáreas donde planta especialmente cepas de Malbec. Finalmente, uno de sus productos, el Pyros Barrell Selected Malbec 2014, salió al mercado y cosechó todo tipo de premios. Detrás de esto está su enólogo José Morales, y dicen que de tanto en tanto se pasea el genial Paul Hobbs.
Por lo tanto, finalizando, mi advertencia es: apronten sus oídos porque pronto se escuchará hablar de este valle a 1.400 msnm, tanto como hoy se escucha del Valle de Uco en Mendoza. Mientras los mendocinos fruncen el ceño, los sanjuaninos sonríen…
Valle de Perdenal en la provincia de San Juan (Argentina) asoma como uno de los territorios en donde se están elaborando grandiosos vinos. El cambio climático está empezando a hacerse notar en los lugares tradicionales de producción de vino y ello está haciendo que comiencen a salir a la luz los menos habituales y que siempre han estado a la zaga de las grandes producciones. Vivan los cambios y la llegada de aire fresco al mundo del vino.