NOTA EDITORIAL
Innovar en un sector que lleva siglos haciendo lo mismo no es fácil y a las pruebas me remito. Mucha gente habla de cambiar las estrategias de venta, pero estoy convencido que lo que hay que cambiar es nuestra cabeza y adaptarnos a los nuevos espacios y las nuevas propuestas que van naciendo. Estas nuevas ideas van surgiendo en el tiempo y las personas que las implementan chocan con aquellas que llevan mucho tiempo haciendo lo mismo. Hay personas con tantos prejuicios que solo aceptan los cambios cuando ya han pasado, además les fascina levantar muros y decir lo peligroso que es salirse de los cánones establecidos.
El vino blanco, ni siquiera es blanco es amarillo. El tinto es rojo, aunque sí se puede decir que tiene ribetes violáceos, violeta, púrpura, teja y una gran gama de colores y definiciones para catar un vino. Para el rosado más lo mismo, y ahora muchos se atreven a llamar piel de cebolla a algunos vinos rosados. Pero estos jóvenes que han elaborado con mosto de vino este producto no pueden llamarlo vino azul, ¿cuál es el problema? ¿hay algún inconveniente de salubridad? o es que algo de la tecnología que aplican es mala para el consumo humano. Quizás hay otros intereses en todo este lió que se ha montado por obra y gracia de los defensores que consideran que es una blasfemia llamar vino azul a un producto que se obtiene del vino. Les dejo planteada la pregunta ¿Cómo es posible que se pongan trabas a la innovación en el mundo del vino?
Entrevista:
V: ¿De dónde surge la idea de elaborar este producto azul?
G: La idea de elaborar Gïk surgió por nuestras ganas de revolucionar un sector tan tradicional. Gïk representa la parte innovadora de la vida, porque nosotros somos así. Creemos en la rebeldía creadora, queremos innovar y construir cosas nuevas, romper con el pasado e inventar el futuro.
V: El color de nuestro planeta es azul, ¿tiene alguna relación con el color de vuestro producto?
G: En realidad, no, no ha sido una de nuestras inspiraciones. En psicología del color, el azul representa el movimiento, la innovación y el infinito. Es también un color asociado a la fluidez y el cambio. Decía Kandinsky que “cuanto más profundo es el azul, mayor es su capacidad de atracción sobre el hombre; un llamado infinito que gesta en el deseo de espiritualidad y pureza”.
Otro gran referente para nosotros es la estrategia del Océano Azul, como solemos decir en muchas ocasiones. También es una manera de plasmar la filosofía con la que nace Gïk.
V: ¿Habéis recibido ayuda para llevar adelante el proyecto?
G: Hemos recibido ayuda por parte de Zitek, el vivero de empresas de la Universidad del País Vasco. Desde el inicio, confiaron en el proyecto y nos cedieron un espacio en el que trabajar, además de mucho apoyo.
V: ¿Cómo fueron los comienzos y los primeros pasos para comercializar el producto?
G: Desde el principio hemos intentado autofinanciarnos. Comenzamos con unos primeros lotes pequeños, que se producían en base a reservas previas. Además, ganamos un concurso de Zitek, el organismo que comentábamos justo en la respuesta anterior, que también nos ayudó con un premio en capital. Gracias a todo esto, poco a poco, hemos ido creciendo. Siempre por el apoyo del público.
V: ¿Qué mercados han sido más receptivos a la hora de valorar la innovación del producto?
G: Los nuevos mercados siempre han sido una grata sorpresa. Empezamos en España, donde hemos recibido muchas críticas de la parte más tradicional del sector vitivinícola; pero la realidad es que en el resto de países nos han dado una acogida muy cálida. Estamos en unos 25, entre los que se encuentra Europa casi en su totalidad, y en todos ellos las críticas a la innovación han sido positivas.
V: Habéis llegado a un público mucho más amplio con vuestro producto. ¿Cuál es vuestra opinión al respecto?
G: Desde luego, siempre es un placer llegar al mayor número de gente posible y ver que se sienten tan identificados con Gïk y con sus valores. Estamos muy contentos.
V: A la gran mayoría de los jóvenes no les gusta el vino. ¿Por qué pensáis que esto sucede?
G: El mundo del vino, en general, se ha quedado en lo tradicional, en las costumbres de siempre. No decimos ni que es bueno ni que es malo, pero puede que, por eso, para las nuevas generaciones resulte algo ajeno. Ahora es mucho más normal ver a jóvenes bebiendo cerveza. Éste es el motivo por el que cuando creamos Gïk nos pareció tan importante poder hacerlo accesible a todos los paladares, porque es una manera de acercarlo a los jóvenes.
V: ¿Hasta qué punto os ha afectado la denuncia y el tener que retirar la palabra “vino” de vuestro producto?
G: La denuncia fue para nosotros un momento delicado en la trayectoria de Gïk. Siempre hemos dicho que Gïk no era vino, que en todo caso debería considerarse un anti-vino; pero para nosotros fueron unos meses sin vender, mucha incertidumbre y el despido de dos compañeros, que, por suerte, han sido reincorporados a la plantilla.
“La Estrategia del Océano Azul” – W. Chan Kim y Renée Mauborgne
El juicio que inspira este libro es la necesidad de dejar a un lado la competencia destructiva entre las empresas si se quiere ser un ganador en el futuro, ampliando los horizontes del mercado y generando valor a través de la innovación. Nos valdremos de un símil para diferenciar las dos situaciones competitivas más habituales en cualquier tipo de industria: los océanos rojos y los océanos azules. Los océanos rojos representan todas las industrias que existen en la actualidad, mientras que los azules simbolizan las ideas de negocio hoy por hoy desconocidas.
En este juego de océanos rojos y azules en los océanos rojos los límites de las industrias están perfectamente definidos y son aceptados tal cual. Además, las reglas del juego competitivo son conocidas por todos. En este mundo, las empresas tratan de superar a los rivales arañando poco a poco cuota de mercado. Conforme aparecen más competidores, las posibilidades de beneficios y crecimiento disminuyen, los productos se estandarizan al máximo y la competencia se torna sangrienta.
Los océanos azules, por el contrario, se caracterizan por la creación de mercados en áreas que no están explotadas en la actualidad, y que generan oportunidades de crecimiento rentable y sostenido a largo plazo. Hay océanos azules que no tienen nada que ver con las industrias actuales, aunque la mayoría surge de los océanos rojos al expandirse los límites de los negocios ya existentes. El hecho fundamental es que cuando aparecen los océanos azules, la competencia se torna irrelevante, pues las reglas del juego están esperando a ser fijadas.