Una vez leí que para intentar seguir el ritmo a un niño de cuatro años había que ser prácticamente un atleta de élite por la energía que desprenden.
Pues bien, tras 46 años de profesión en la inmensa totalidad de ámbitos que componen la Cultura del Vino, creo que es muy difícil seguirle el ritmo a María Isabel Mijares. Prueba de ello es que el año pasado, con el húmero fracturado, no quiso perderse en su tierra, en Mérida, los actos de la Capitalidad Gastronómica en su condición de Presidenta de Honor de la AEPEV (Asociación Española de Periodistas del Vino). Este es tan sólo un ejemplo de cómo el entusiasmo y la pasión por el vino le hacen estar siempre en continuo movimiento por todo el globo, en concursos, ferias, jornadas y conferencias.
La “profe”, como muchos la llaman cariñosamente, inició su fulgurante carrera con 16 años, cuando decidió poner tierra de por medio y empezar una actividad formativa en Francia que acabaría con la doble licenciatura en Químicas y Enología, y con su doctorado. Rompería con muchos moldes de una familia tradicional, donde su padre, Teniente Coronel, accedió a que su pequeña se hiciera “experta en vinos”, con todos los clichés que tuvo que romper la que hoy es la “Dama del Vino”.
Ella misma se define como una “científica del vino” que decidió un buen día pasar a la acción escribiendo y comunicando de vinos, porque, según sus propias palabras, “lo que no se comunica, no existe”, aunque no hay que pasar por alto que es pionera en nuestro país en la profesión de enóloga y que tiene el honor de haber sido la primera mujer en presidir en nuestro país una Denominación de Origen –en Valdepeñas aún recuerdan de forma entrañable cómo una mujer, grande de carácter y menuda físicamente, podía lidiar con muchos bodegueros de éxito en una época que fue bastante complicada para esta indicación de calidad-.
En la semana en la que se conmemora el Día de la Mujer Trabajadora ha recibido un premio a su trayectoria en Campo de Criptana, en un acto en el que se presentaba la Guía de Vinos Wine Up, que edita Joaquín Parra, vocal y compañero de la AEPEV, que se emocionaba en el momento en el que tuvo que presentar a un personaje con tan amplio currículo y con el que ha coincidido en diferentes concursos de vino.
La Dama del vino recogió el premio con la misma satisfacción y orgullo que los innumerables galardones y distinciones que ha recopilado a lo largo de su carrera, sin pecar de falsa modestia y acordándose de todos los suyos, ya estuvieran en el Pósito Real de Campo de Criptana, o no.
Y dio gracias a su familia por su comprensión por toda esta dedicación al vino y, en especial, se acordó de su marido, que no pudo acompañarla en este acto por un problema de salud que le hizo pasar varias horas por un centro hospitalario, aunque todo quedó en un susto. Y no quiero decir mucho más de María Isabel, que es como yo la llamo, y agradezco que se acordara de mí en el acto, porque creo que, sinceramente, ha allanado mucho el camino de las grandes mujeres que reinan en el mundo del vino actual.
En tiempos en los que incluso beber vino no estaba bien visto para una mujer, ella se ha permitido enarbolar y pasear la bandera del vino español, como alimento base de la dieta mediterránea –cuando nadie aún hablaba sobre esto- y en especial de aquellos vinos de las indicaciones de calidad a las que ha estado ligada de una manera u otra, por todo el mundo como enóloga, catadora, prescriptora, directora de concursos y de la Guía Repsol, apoyo indispensable de la Real Academia Española de Gastronomía, representante ante instituciones políticas e internacionales del mundo del vino y en su faceta de Presidenta de Honor de la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino y Vicepresidenta de la Federación Internacional de Periodistas y Escritores del Vino (FIJEV), entre otras muchas más tareas.
Por todo lo anterior, para mí es algo más que una mujer, es “la gran dama del vino español”, porque sólo alguien que ama este néctar báquico de los dioses es capaz de honrarlo con su cita favorita: “el vino nace cerca del corazón de la tierra y muere cerca del corazón del hombre”.