Hablar de Krug es hablar de una de las casas de champagne más prestigiosas y admiradas del mundo. Fundada en 1843 en Reims por Joseph Krug, su filosofía rompió los esquemas de la época: crear cada año el mejor champagne posible, independientemente de las condiciones climáticas. Su visión fue tan revolucionaria que aún hoy define la identidad de la Maison.
El origen de una leyenda
Joseph Krug, de origen alemán, trabajó en la célebre Maison Jacquesson antes de emprender su propio sueño. Su convicción era simple pero audaz: el verdadero lujo del champagne reside en su consistencia y carácter, no solo en las añadas excepcionales. Así nació la Krug Grande Cuvée, una mezcla magistral de más de 120 vinos base de distintas añadas y viñedos, envejecida durante al menos siete años en las bodegas subterráneas de Reims.
La filosofía Krug
En Krug, cada detalle es una expresión de excelencia. Cada vino se vinifica por separado en pequeñas barricas de roble, una práctica casi desaparecida en Champagne. Esta técnica permite preservar la identidad única de cada parcela, que luego se combina para lograr una complejidad y profundidad incomparables.

El resultado es un champagne con una aromática rica y tostada, con notas de brioche, frutos secos, miel y cítricos confitados, acompañado de una textura cremosa y una efervescencia delicada.
Las creaciones de la Maison
Además de la icónica Grande Cuvée, Krug elabora champagnes de añada (Krug Vintage), el célebre Clos du Mesnil (100% Chardonnay de un solo viñedo amurallado en Mesnil-sur-Oger), y el mítico Clos d’Ambonnay (100% Pinot Noir de un microviñedo de apenas una hectárea). Cada uno representa una expresión singular del terroir y la visión de la casa.
El arte de la degustación
Degustar Krug no es solo beber champagne: es vivir una experiencia sensorial. Su complejidad permite maridajes sorprendentes, desde platos de alta cocina hasta preparaciones más sencillas pero sabrosas, como un buen queso curado o unas vieiras al champagne.

Legado y modernidad
Hoy, bajo el grupo LVMH, la Maison Krug sigue fiel al espíritu de su fundador. Olivier Krug, sexta generación de la familia, continúa guiando la elaboración con el mismo respeto por la tradición y la búsqueda de la excelencia.
Krug no solo representa el lujo; encarna la pasión, el tiempo y la precisión elevados a su máxima expresión. Es, en definitiva, una obra de arte efervescente.
Krug: el arte de lo imposible
Krug es un vino de rareza y estatus legendario. Es codiciado. Representa la cúspide de lo posible. En cierto modo, se le percibe como algo mágico.
No es simplemente champagne: es una experiencia que trasciende la idea misma de lo que el vino espumoso puede ser. Cada botella de Krug encierra una filosofía, una herencia y un misterio.

El sueño de Joseph Krug
En 1843, Joseph Krug, un visionario de origen alemán, fundó su maison en Reims con una idea radical: crear cada año el mejor champagne posible, sin depender del capricho de las cosechas. Su meta no era fabricar un vino de temporada, sino perfeccionar una emoción constante.



